
El escritor Angelo Bocconetti recuerda un ejemplo de la liturgia. Chirichini se alzaba en toda su breve estatura y gritaba: "Hoy es un día bellísimo...", la grada lanzaba un alarido; "ésta es la señal...", otro aullido colectivo, "...de que el Roma...", instante de clamor, "...¡vencerá!" Y surgían las pancartas y los cánticos.
En los desplazamientos, a los que acudía invitado por unos o por otros, Dante añadía al discurso un florido elogio a la belleza, la hospitalidad y el alto nivel cultural de la ciudad que recibía a su equipo. Se apasionaba tanto con el fútbol que se desmayaba en los momentos cruciales.
Luego, llegaron décadas de violencia, de convulsión y muertes en los estadios. El barrendero Chirichini siguió acudiendo a la grada en el nuevo estadio Olímpico, pero perdió gradualmente su autoridad simbólica. En los últimos años pocos hacían caso de aquel anciano bajito que gritaba y se desmayaba.
Hasta que enfermó y se le perdió la pista. Nadie se enteró de su muerte, el año pasado. Su funeral fue íntimo: la familia y unos pocos amigos.
Existe, sin embargo, la memoria colectiva. Un día, en un partido europeo contra el Boavista, alguien desplegó una pancarta que decía: "Atentos, chavales: Dante os observa". Los mayores tuvieron que explicar a los jóvenes quién era ese Dante y el recuerdo revivió.
Unas jornadas después, un grupo de seguidores localizó el último Vespino desvencijado de Chirichini y antes de un Roma-Reggina lo introdujo en el campo. El capitán de Roma, Francesco Totti, se acercó a él, dejó una rosa sobre el sillín y lanzó un beso al cielo.
El Reggina y el Roma empataron ayer sin goles en un partido triste. Dante, y otros como él, faltaban más que nunca.

Enric González es autor de Historias del Calcio
1 comentario:
Eres un crack mundial. algun dia el mundo te reconocerá como mereces!! Forza Lexu!! besos de Pikachu!
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