
Retorciendo un poco esta idea, lo vulgar, e incluso diría que lo desagradecido, sería tener la oportunidad de desarrollar, de transformar, de evolucionar, de progresar, una idea, un proyecto, incluso (y creo que esto es lo más importante) a uno mismo y al ecosistema que le rodea, y no hacerlo.
Bajo esta perspectiva, el crimen más atroz sería el que cometieran aquellos que no sólo pecasen de Vulgares sino que atentasen contra ese desarrollo. Auqellos que ahondasen las brechas en lugar de mitigarlas.
Un inciso a este respecto, sería ilusorio tratar de desterrar la convivencia de opuestos que la Realidad Humana provoca. Esas contradicciones que ejercen de motor universal. Pero sería suicida recrearnos y fomentar la brecha.
¿Y que pena podría imponérseles? No habiendo dolo, ni carga civil y/o penal, al menos el rechazo social. Sin violencia, sin agresiones, pero llamando a secundar la negación de una vía que niega el bien común, aunque sea un bien pequeño en comparación con lo que supondría para colectivos más restringidos.
Para acercar posturas contamos con algunas luces, no guías pero sí alentadoras, Jose Luís San Pedro, Stéphane Hessel y Edgar Morin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario