Últimamente, cada vez que me encuentro en una aglomeración de gente me reafirmo más en la idea de que somos monos amaestrados.
Bien amaestrados, pero monos al fín y al cabo. Con nuestros impulsos animales y actos reflejos, no en todos los casos equiparables a la degustación de mucosas (excepto algunos en los semáforos) pero en la misma línea.
Y estos monos que somos no han sido diseñados por la señorita evolución para holgazanear, por ello, aparte de los mecanismos psicológicos que han generado el rechazo al desempleo, fisiológicamente nuestro cuerpo se resiente de la inactividad.
Si se queda uno encamado durante mucho tiempo en el cuerpo se forman escaras, y si la situación se prolonga, úlceras.
Los monos normales se libran de estas sanciones por inactividad simplemente meneando el esqueleto. Los monos enfermos no tiene tanta suerte, y si no pueden reponerse a la vida activa, irremediablemente, se ulceran.
Así que ya se sabe, “Camarón que se duerme,…, se lo lleva la corriente”.
Pero es que los hay muy MONOS, en el sentido literal del término!
ResponderEliminarLas úlceras de inactividad pueden llegar a curarse. El tema es que muchas veces son el resultado de un mal mayor y no un problema en sí mismas.
mucho ánimo y un abrazo!