8/02/2009

Calamares y Materazzí

Aunque haya perdido la pseudodiosciplina de una entrada semanal como las cañas de Madriz (esto es, bien tirada) no renuncio a la quimera de reordenar mis pensamintos, e incluso sentimientos, a través del blog.


Lo primero, antes de que los que me conozcan se extrañen por la referencia birrera. Voltaire en Candido explicita como es la lejanía lo que hace abrazar las identidades del hogar, aunque estas no se. En mi caso, cada vez que inicio una estancia en París, por breve que sea, añoro, además de otras muchas cosas, 2 iconos castizos: el bocata de calamares y las cañas. Los primeros a través de la boca y la vistas, los segundos a través del oído y la vista. Y es que el ritual de una caña bien tirada, y su resultado estético son para mi como la ceremonia del té para lo Hirohito; y el conjunto está dotado de una esencia aurea que me río yo de las proporciones renacentistas.


Por otra parte, tengo que confesar que últimamente soy un ejemplo perfecto de que la vida son estados de ánimo. Ningún problema al respecto, ahora bien, me gustaría poder tener más peso a la hora de decidir sobre ellos.


Cuenta las malas lenguas que a Materazzi, que inició su carrera como delantero centro, cansado de la férrea táctica de Mourinho, pidió que le dejase más libertad para jugar la pelota. Mourinho le agradeció el consejo y apostó por un cambio, que ya venía pensando, en el dibujo táctico. El resultado, Matrix pasaría a jugar de volante retrasado. Tras dos meses de trabajo, todos terminaron por renegar de aquel experimento infructuoso. Todos, incluso el propio defensa, quien apesadumbrado recibió el consuelo de Mou: “Tranquilo, sólo es que llevas tanto tiempo haciendo lo que debes que ya no sabes hacer lo que quieres”. En realidad, y sospecho, que como a muchos nos pasa alguna vez, ya no estaba seguro sobre si sabía lo que quería. No estaba seguro de si lo que hacía le hacía feliz, ni si no, qué podría hacérselo.


Como digo, supongo que eso nos pasa a todos, y que el principal síntoma es la falta de seguridad en uno mismo. La ausencia de esa determinación que marca la diferencia entre el éxito o el fracaso.

Para acabar varias referencias:

a) Un relato acido y amargo como pocos, pero que a mí me ha enganchado profundamente. Me cago en mis viejos

b) Últimamente hecho de menos Roma, y este anuncio, mix perfecto de cover e imágenes no ayuda mucho.


c) Otro de la misma cuerda



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