Me explico: dentro de mi cabecita (o cabezona, que siempre he tenido una testa singular) cuando yo iba al colegio, la existencia se reducía a aquello que sucedía en el colegio; y cuando estaba en casa, el resto del mundo se quedaba estático hasta que yo irrumpiese para reanudar su marcha.
Los psicólogos, que son muy listos, llaman a esto el reconocimiento de las demás subjetividades, lo cual ocurre por la asumción de la relatividad de nuestra propia subjetividad.
Si reconozco que hay otros actores por el mundo, debo reconocerles la capacidad para desarrollar eventos al margen de mi presencia en escena.
Parecerá una tontería pero no sé si recordareis lo duro que supone dejar de “saber” que eres el centro del mundo. Y desde este varapalo, como dijo Sastre, a estar expósitos en el Mundo.
Aunque esta no es la única frustración que nos guarda la multiplicidad de subjetividades.
1 comentario:
dios, esas fotos... qué recuerdos! menudos partiditos nos echamos en el Príncipe en veranito, eh? ahí, saltando la valla como unos campeones :)
lo que te debió resultar extraño fue el salto del 'cole' al 'cole de pijos', no? jejeje
un abrazo!
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