Hay pequeñas distancias que se dotan de significación por si mismas: los 30metros de tierra de nadie que separaban los dos flancos del muro de Berlín, el peldaño que nunca dejaba subir al recibir Aznar en la Moncloa al representante de la oposición, el metro que le dio Alkorta a Romario para que le hiciera el cola de vaca, …., los 25 cm de Nacho Vidal.
En mi caso son los 7 metros que hay del salón al dormitorio. Concretamente del sofá a la cama.
De noche, cuando los ojos se transforman ya, aun más, en dos simples tiznajos en la cara y Morfeo va haciéndome arrumacos, esa distancia se vuelve insalvable. Por ello no han sido ni una ni dos las noches que he pernoctado en el salón.
He de reconocer que aunque no es el sitio más idóneo, tampoco es incomodo en demasía. Además, ahora me siento más unido a Pedro Picapiedra cuando Wilma le echaba a dormir al sofá.
Supongo que será una cuestión de estímulos que se solventará con el tiempo.
1 comentario:
hablando de distancias recorridas... MUCHÍSIMAS GRACIAS por toda la información sobre Roma!!!! y díselo a Isa, por favor.
La verdad es que el viaje ha sido un lujazo. Ya te contaré con más detalle.
un abrazo!
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